Conoce las recetas definitivas para acabar con el despilfarro de alimentos

Según las Naciones Unidas, si el despilfarro de alimentos fuera un país, sería el tercero que más emisiones de CO2 libera en mundo, después de Estados Unidos y China. En concreto, vivimos en un planeta en el que un tercio de todos los alimentos que producimos para consumo humano no llega a consumirse. Si los gestionáramos mejor, todos ganaríamos porque estaríamos contribuyendo a la seguridad alimentaria de más personas y al mismo tiempo causaríamos un efecto positivo en la lucha contra el cambio climático. En el mes de la Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio Alimentario ¡conoce las recetas definitivas para combatirlos!
¿Pérdida o desperdicio?
Para entender las soluciones primero debemos aclarar que el despilfarro de alimentos está comprendido por dos fenómenos diferentes: la pérdida y el desperdicio de alimentos. A simple vista parecería una diferencia de poco relevante, pero las soluciones a cada fenómeno son muy diferentes.
La FAO habla de pérdidas de alimentos cuando el fenómeno implica la disminución en la cantidad de los alimentos en las etapas de producción, postcosecha y procesamiento de los alimentos. En cambio, cuando el fenómeno sucede al final de la cadena alimentaria, es decir, en la etapa de la venta minorista y del consumo final, se denomina “desperdicio de alimentos”. Resumiendo: el primer fenómeno está relacionado directamente con productores y mayoristas y el segundo con vendedores y minoristas, proveedores de servicios alimentarios y personas consumidoras.
En la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se plantea reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir la pérdida de alimentos en las cadenas de producción y suministro. Pero, ¿cómo podemos conseguirlo?
1. En el momento de producir
Realizar la cosecha en el momento apropiado y elegir prácticas adecuadas para la recolección y manipulación de los alimentos son algunas de las soluciones que se pueden aplicar durante la explotación agrícola.
Muchos proyectos de la FAO logran reducir la pérdida de alimentos en la etapa de la cosecha tan solo cuestionando las técnicas más habituales e introduciendo métodos nuevos. Por otro lado, abrazar recursos tecnológicos como sensores y potenciar el uso de datos permite que estemos más preparados para responder a los factores climáticos (como inundaciones o sequías). De esta manera contaríamos con mayores herramientas para evitar que cosechas enteras se pierdan y para optimizar al máximo los recursos que se utilizan en el proceso de producción (como semillas, agua, uso de pesticidas y fertilizantes).
Por último, estar preparados para negociar bien y así poder enviar al mercado los alimentos producidos es fundamental para evitar las pérdidas que se generan por problemas durante la comercialización.
2. En el almacenamiento
En principio, tomar decisiones adecuadas durante el proceso de producción (como cosechar en el momento oportuno) hará que los alimentos tengan una vida útil más adecuada al consumo y que resistan el periodo de almacenamiento.
Otra cuestión que puede dar lugar a pérdidas es la forma en la que se almacenan los alimentos. El espacio de almacenamiento debe contar con ciertas características de acuerdo al alimento del que se trate y en ocasiones es necesario incorporar un sistema de refrigeración confiable capaz de garantizar que no se corte la cadena de frío de los productos que lo requieran.
Por otro lado, una causa muy común de pérdida de alimentos en esta instancia es que la producción no pueda ser procesada al mismo momento de la cosecha, ya sea porque no hay dónde hacerlo o existe una falta de articulación entre productores y quienes procesan el alimento. Para solucionarlo es importante fomentar el desarrollo de vínculos mediante contratos entre productores y plantas de proceso.
3. Durante el transporte
Para prevenir la pérdida en esta parte del proceso necesitamos apostar a una buena infraestructura y a una logística comercial eficaz. La elaboración y el envasado son determinantes en la conservación de los alimentos y, por lo general, las pérdidas se deben a instalaciones obsoletas, al mal funcionamiento técnico o a errores humanos.
Y ahora un dato que no conocías. En muchos países, parte de la pérdida sucede durante el transporte de los productos, porque el embalaje no los protege adecuadamente. En Bangladesh, por ejemplo, los tomates se transportaban tradicionalmente de la granja al mercado en grandes sacos de malla, por lo que muchos de ellos llegaban dañados. Para dar respuesta a este problema, la FAO impulsó la introducción de cajas para reemplazar los grandes sacos, lo que redujo sustancialmente las pérdidas y permitió a los agricultores vender una mayor proporción de sus mercancías.
4. En los comercios
A partir de esta etapa ya no hablamos sobre pérdida de alimentos, sino de desperdicio. Y tú como consumidor tienes mucho que aportar de ahora en adelante. En los supermercados y pequeños comercios, una de las causas más habituales de desperdicio es el descarte de productos que se desvían de lo que se considera “óptimo”. Las frutas y verduras “feas” son las primeras en caer por no dar la talla en cuanto a las normas estéticas en términos de color, forma y tamaño. La lógica es aplastante: el comerciante las tira porque si no, no las vende. Como ves, un consumidor más flexible y menos exigente es un agente poderoso para luchar contra el desperdicio, ¡contamos contigo!
Por otro lado, los minoristas y los consumidores suelen descartar los alimentos que están cerca de la fecha de consumo preferente o que la han superado. De hecho, un estudio realizado por la Comisión Europea estimó que el marcado de la fecha está relacionado con aproximadamente un 10% del total de los alimentos desperdiciados en la UE.
¿La solución? Educar a todas las partes implicadas en la cadena de suministro sobre la diferencia entre los etiquetados para que no tiren por error alimentos en perfecto estado de conservación. Por ejemplo, dar a conocer la diferencia entre la fecha de caducidad de un alimento (a partir de la cual no se debe consumir) y la fecha de consumo preferente (a partir de la cual se verá alterado su sabor, color y aroma, pero aún puede consumirse sin riesgo alguno). Si quieres saber más sobre este tema, te invitamos a conocer la iniciativa “Fechas con sentido” de Too Good To Go.
En los restaurantes, una alternativa es incentivar a los comensales a llevarse lo que no se ha comido para disfrutar en otro momento. De otro modo, iría a parar directamente a la basura. El ambiente de la hostelería y sus grandes bufés también tienen aspectos por mejorar, aunque nuevamente están ligadas a las pretensiones del consumidor.
Por último, otra forma de evitar la pérdida en esta etapa es elaborar subproductos (por ejemplo, a partir de naranjas, comercializar zumo de naranjas o mermelada) o redistribuir los alimentos a entidades que puedan aprovecharlas antes de que dejen de ser seguras para el consumo humano. Aquel alimento que no puede consumirse se puede utilizar como pienso para alimentar animales o, en última instancia, para compost y como materia prima para generar energías renovables.
5. En el hogar
Además de entender la diferencia en las fechas del etiquetado, es clave consumir en primer lugar los alimentos con fecha de caducidad más próxima. También se recomienda planificar de forma consciente las compras de alimentos para evitar excesos y despistes, y mantener el orden en las despensas y la nevera.
¿Qué has calculado mal y te ha sobrado una cantidad abismal de comida? La solución nunca es tirar las sobras a la basura: siempre puedes congelarlas u obsequiar una porción a alguien más. Si se te da bien la cocina, puedes reversionar las sobras para comerlas al otro día. Para ello, te recomendamos este práctico libro con recetas de aprovechamiento. ¡No tiene desperdicio!
Sigue leyendo:
- Entrevista a Mette Lykke, directora ejecutiva de Too Good To Go. (Magazine CEMAS)
- Plataforma técnica sobre la medición y la reducción de las pérdidas y el desperdicio de alimentos (FAO)