Covid-19 y Alimentación: las claves del Doctor David Nabarro

¿Cuál es la relación entre la pandemia que está azotando el mundo y la alimentación? Tuvimos el honor de conversar sobre este tema con el Doctor David Nabarro, enviado especial de la Organización Mundial de Salud para atender la pandemia por COVID-19 a nivel mundial.
Pregunta: Los expertos están de acuerdo en que una alimentación saludable es la base de un sistema inmunológico fuerte. ¿Podría una dieta saludable ser una buena estrategia para frenar el avance del COVID-19?
Respuesta: En primer lugar, está claro que la capacidad de nuestro organismo para defenderse de los virus invasores depende principalmente del funcionamiento de nuestros sistemas inmunológicos. Este sistema funciona mejor cuando estamos bien alimentados y contamos con una adecuada ingesta de energía, proteínas y micronutrientes. Por eso, una buena nutrición es fundamental.
Además, en algunos casos el virus causa enfermedades mediante la activación de una respuesta inmunológica muy intensa. En algunas personas, la hiperactividad inmunológica también puede estar asociada al sufrimiento durante la incubación de la enfermedad. Por ello, en ocasiones el tratamiento indicado se basa en medicamentos que modulen esa actividad inmunológica.
Por lo tanto, es razonable asumir que sí. La respuesta inmune depende de una buena nutrición, por lo que se debe animar a las personas a consumir dietas saludables para fortalecerse frente al COVID.
P: ¿Cuál es la relación entre la alimentación y la aparición y evolución de COVID-19?
R: Hay informes que sugieren que la vitamina D juega un papel importante en la protección contra el COVID-19. A su vez, hay otros informes que sugieren que el zinc y la vitamina A también pueden ser relevantes, ya que promueven un epitelio saludable. Ahora bien, la verdadera relación entre COVID y la alimentación se debe al impacto de la enfermedad y a la capacidad de las personas para acceder a alimentos saludables.
Frente a restricciones generalizadas, se hace muy difícil para las personas de bajos recursos obtener los ingresos que necesitan para vivir. Si no pueden obtener ingresos, no pueden comprar alimentos, sobre todo alimentos altamente nutritivos, que son los más importantes. En el caso de aquellos que realizan trabajos intensos o de las mujeres embarazadas (que se alimentan a sí mismas y al niño o niña que está en camino), la comida nutritiva es absolutamente clave para asegurarse de que las personas sean capaces de hacer frente a los esfuerzos de contención sin caer en la desnutrición.
Quiero subrayar que estas cuestiones parecen estar afectando particularmente a los menos favorecidos. Esto significa que, si las personas de bajos recursos corren mayor riesgo y además son las más afectadas por las medidas de contención (como las restricciones), tenemos un gran problema. Y me gustaría sugerir que todas las respuestas frente al COVID prioricen los intereses de esta porción de la sociedad.
P: Desde los inicios de la pandemia hubo una tendencia a adoptar hábitos alimenticios más saludables como una forma de prevenir el contagio. ¿De qué otras maneras el COVID-19 ha alterado estos hábitos?
R: Es cierto que, en algunas partes del mundo, las personas adoptaron hábitos alimenticios más saludables y esto marcó una tendencia hacia la compra de alimentos de proximidad. También era más probable que cocinaran ellas mismas en lugar de comer fuera.
Por otro lado, el confinamiento ha sido muy difícil para las personas con escasos ingresos, especialmente aquellas cuyos hijos dependían de las comidas escolares para asegurar gran parte de su nutrición. Creo que esa es la razón por la cual, en algunas partes del mundo, las personas se ponían muy nerviosas cuando había escasez de alimentos debido al confinamiento. De hecho, en algunos lugares, quienes contaban con ahorros salían a comprar para mantener las existencias en su casa. Solo quienes podían permitírselo…
P: En algunas partes del mundo, una gran parte de la población comenzó a comprar en exceso por temor a una posible escasez. ¿Qué papel juega el consumo moderado, solidario y ético en tiempos de crisis? ¿Cómo pueden los organismos públicos fomentar este tipo de comportamiento?
R: Durante un período, hubo escasez no sólo de alimentos, sino de ciertos artículos de consumo en las tiendas. Eso nos muestra que instintivamente las personas se asustan cuando hay una crisis importante. Les preocupa la escasez y, por lo tanto, acumulan productos. Hemos tenido acceso a informes que detallan el almacenamiento de equipos de protección por parte de los trabajadores de la salud en los hospitales, además de medicamentos y otros bienes asociados a la ansiedad debido al cierre de fronteras. No me sorprende.
Obviamente, uno quiere animar a la gente a que no acumule a menos que haya una razón realmente válida para ello. Pero es una tendencia natural que todas las personas adoptan cuando están preocupadas y eso puede llevar a la escasez. Por ejemplo, como ha ocurrido en Europa con los paquetes de harina. Creo que siempre es útil que las organizaciones públicas lleven tranquilidad a la comunidad cuando no hay escasez significativa porque, como lo hemos comprobado en crisis pasadas, los rumores de escasez pueden impulsar el comportamiento de compra.
P: Teniendo en cuenta que la población mundial sigue creciendo, especialmente en las zonas urbanas, ¿qué características considera que deberían tener nuestros sistemas alimentarios?
R: A medida que miramos hacia adelante, es evidente que hay una serie de características de los sistemas alimentarios que necesitan atención y estas necesidades han sido reveladas a través del COVID-19. En primer lugar, los sistemas alimentarios responden a un rápido aumento del número de personas de bajos recursos y que padecen hambre, por lo que es esencial que haya una buena protección social y acceso a alimentos saludables, en particular para las personas más desfavorecidas en tiempos de crisis.
En segundo lugar, los sistemas alimentarios con largas cadenas de suministro han demostrado ser especialmente susceptibles de sufrir interrupciones, porque frente a una crisis es altamente probable que se cierren las fronteras y se interrumpa el transporte. Por lo tanto, es muy valioso contar con cadenas de suministro cortas siempre que sea posible, vinculando a los productores con los consumidores.
En tercer lugar, cuando los productores no pueden vender sus alimentos, por ejemplo, porque el funcionamiento normal de los mercados ha sido interrumpido, deben afrontar grandes problemas, como el endeudamiento. En ocasiones, no es fácil para ellos obtener préstamos adicionales o tener la oportunidad de aplazar el pago de los préstamos. Si eres un productor y tu negocio desapareció repentinamente, ya no tienes un ingreso constante. Hemos tenido acceso a informes que indican que los productores han tenido que desperdiciar muchos de sus productos (en particular los lácteos, verduras y frutas) simplemente porque no podían venderlos ya que la demanda se esfumó. Este es un gran problema.
P: ¿Qué iniciativas valiosas ayudaron a aliviar ese contexto particular?
R: En algunos países se ofreció un gran apoyo a los productores, proporcionándoles subvenciones en efectivo o permitiéndoles aplazar el pago de los préstamos. Esto es muy importante porque lo último que se desea es ver que el estrés de los productores aumenta como resultado del confinamiento. El mundo depende en gran medida de los esfuerzos de las organizaciones locales, en particular de las pequeñas y medianas empresas que hacen funcionar a los sistemas alimentarios. Sin embargo, durante el proceso de confinamiento a principios de este año, muchas pequeñas y medianas empresas se enfrentaron a situaciones financieras realmente difíciles, ha habido un gran número de quiebras y eso perjudica a los sistemas alimentarios.
Espero que se examine muy detenidamente la situación de las pequeñas y medianas empresas que forman parte de los sistemas alimentarios y se garantice la mayor protección posible.