El gran reto global de proteger la biodiversidad

Hay personas de ojos claros, de ojos oscuros; con cabello rizado, con cabello lacio; con pecas, con lóbulos separados… Somos muy diversos y todo se lo debemos a los genes. Lo más fascinante es que del mismo modo que ocurre con las personas, vemos variedad en las plantas y en los animales y, juntos, formamos un gran rompecabezas llamado ecosistema.
Como una gran red invisible, cada una de las piezas que componen nuestro ecosistema depende de las demás: toda la superficie de la Tierra es una serie de ecosistemas conectados, desde los océanos hasta los valles, los arroyos y los desiertos. Y el efecto que produce cualquier cambio, como aumentar tan solo un grado en la temperatura terrestre, es el de un dominó que puede influir en un ecosistema ubicado en la otra punta del planeta, con características muy distintas. Nuestros ecosistemas dependen unos de los otros de maneras inesperadas porque la biodiversidad es un hilo que nos conecta a todos.
Nuestro bienestar y nuestra vida en la tierra dependen de ella
Gracias a la biodiversidad respiramos aire limpio, bebemos agua dulce, cultivamos en suelos productivos y nos beneficiamos de la polinización de cultivos que nos ofrece una variedad de frutas y hortalizas. En otras palabras, la biodiversidad es la red vital de la que dependemos para muchísimas cosas, como alimentos, medicinas, un clima estable y el crecimiento económico. Tanto es así que más de la mitad del PIB mundial se apoya en la naturaleza (Fuente: Naciones Unidas).
Y el resultado de la ecuación siempre es el mismo: las personas pobres son las más vulnerables. Según las Naciones Unidas, el 80% de las necesidades de las personas pobres del mundo están vinculadas a los recursos biológicos, incluida su capacidad para llevar a cabo actividades agropecuarias y generar ingresos. Si seguimos por este camino, muy pronto alcanzaremos un punto en el que las personas más vulnerables del mundo no podrán adaptarse al cambio climático ni producir alimentos de manera sostenible.
No, la biodiversidad no puede esperar más
La biodiversidad que vemos hoy en día es el resultado de 4,5 miles de millones de años de evolución y tardará otros muchos años en recuperarse. A través del tiempo, el ser humano ha influenciado cada vez más en ella hasta alcanzar un ritmo de cambio en la naturaleza sin precedentes en la historia de la humanidad: el planeta está sufriendo la mayor pérdida de vidas desde la época de los dinosaurios. Son ya un millón de especies de plantas y animales las que están en peligro de extinción, gran parte de las cuales lo estarán en cuestión de unas décadas.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 33% de los recursos acuáticos están sobreexplotados, el 70% de la superficie de la tierra sin hielo ha sido intervenida por el ser humano, y 17% de los polinizadores vertebrados y el 26% de las especies locales de ganado están en riesgo de desaparecer.
Un acuerdo histórico en favor de la naturaleza
En Montreal acaba de finalizar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad Biológica (COP 15), un evento que reunió a 188 países con el objetivo de abordar el problema que enfrenta la biodiversidad y restaurar los ecosistemas. El encuentro concluyó con la adopción del Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica en el último día de negociaciones, un compromiso con medidas concretas para detener y revertir la pérdida de la naturaleza, incluida la protección del 30% del planeta y el 30% de los ecosistemas degradados para 2030. A través de este Marco, los países se comprometieron a garantizar que no haya una mayor aceleración del ritmo de extinción de especies en todo el mundo, que es ya de decenas, cuando no cientos de veces superior a la media de los últimos diez millones de años (más información aquí).
La biodiversidad es esencial para el futuro de la alimentación
En la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sostiene que la solución está en conservar y usar de manera sostenible los recursos genéticos e inspirarnos en soluciones basadas en la naturaleza para producir los alimentos que necesitamos.
La biodiversidad depende de cómo usamos nuestros sistemas agroalimentarios y de nuestra capacidad de cuidar la naturaleza: solo necesitamos cambiar la perspectiva y usar a la red invisible que nos une en favor del planeta.
- La agricultura y el estado de los suelos
Según las Naciones Unidas, el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad es el uso de la tierra relacionada a la producción de alimentos. Sin embargo, la agricultura es también una herramienta eficaz para la recuperación de los suelos cuando es gestionada de manera sostenible. El cultivo de legumbres, por ejemplo, consigue aumentar la salud de los suelos devolviéndole nutrientes esenciales para que en un futuro otras plantas puedan crecer.
- Biodiversidad y nutrición
Según la FAO, en la actualidad conocemos 7.000 plantas que pueden servirnos de alimento, ¡pero solo cultivamos 150! Aunque parezca increíble, el maíz, el trigo y el arroz suministran casi el 60% de nuestras proteínas y calorías diarias. El número de cultivos que sustentan el sector agrícola mundial es cada vez menor y se está perdiendo la diversidad genética de cada una de esas especies, menoscabando la resiliencia de nuestros sistemas agroalimentarios.
¿Qué pasaría si ampliáramos nuestra dieta? Sencillo: estaríamos fomentando que se cultiven otras variedades que podrían ser más nutritivas, mientras pierden terreno cultivos “estándar” y damos lugar, por ejemplo, a variedades locales que han perdido terreno a costa de la producción intensiva.
- Biodiversidad y seguridad alimentaria
Tener una gran variedad de cultivos no solo enriquece nuestra dieta, sino que fortalece la seguridad alimentaria. Hay variedades de crecimiento rápido, más o menos resistentes a las sequías y a las altas temperaturas. También son importantes otras variables, como la diversidad de los suelos, la variedad de polinizadores que asiste a las plantas para reproducirse y la diversidad de insectos (claves para mantener las plagas a raya).
La biodiversidad es necesaria para garantizar nuestra alimentación y nutrición en el futuro. Debe ser parte de nuestra forma de pensar sobre la naturaleza, el bienestar humano y la salud, y tiene que formar parte de nuestra perspectiva, nuestras políticas y nuestras leyes. Somos uno: si la biodiversidad sufre, la humanidad también.
- Ganado y semillas
A menudo oímos hablar de la extinción de especies silvestres, pero ¿qué ocurre con las razas ganaderas? Según la FAO, solo entre 2000 y 2018 se extinguieron cerca de 150 razas de ganado. Cuando apostamos a la ganadería sostenible, los animales actúan como un medio para distribuir semillas y hacer circular nutrientes.
- Bosques ¡y peces!
¿Te imaginabas que existe un vínculo entre los bosques y los peces? Cuando los bosques están mal gestionados, hay más sedimentos que fluyen aguas abajo y menos agua dulce que llega a otras fuentes de agua, como lagos y océanos. Esto causa la muerte de ciertos tipos de peces, afectando a los 200 millones de personas que dependen de la pesca. Por este motivo, entre otras iniciativas, la FAO recopila y analiza datos sobre los vínculos entre los bosques y los árboles y la seguridad alimentaria y la nutrición. Su publicación más reciente sobre este tema es el Estado de los Bosques del Mundo (SOFO 2022).
Nuestro momento es ahora. Es nuestra oportunidad de recuperar la naturaleza, ¡únete a la #generaciónrestauración! Un movimiento de restauración global impulsado por ONU para recrear una relación equilibrada entre las personas y los ecosistemas que dependen de ellas.
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Valorando los ecosistemas. ONU.
Marco de acción en materia de biodiversidad para la alimentación y la agricultura. FAO.
Estado de los Bosques del Mundo (SOFO 2022). FAO.