El reto de la ganadería sostenible

Con ayuda del cine cualquiera puede imaginarse visitando el medievo y ubicarse en medio de una ciudad amurallada. En el único mercado que hay, es posible conseguir un poco de todo: pollo, miel, carne seca de vaca… y cualquier persona que se pueda permitir comprar algo de esto sabrá perfectamente de dónde procede ese alimento porque, simplemente, los animales están ahí, visibles y muy próximos a las personas: en las afueras de las ciudades, en sus calles incluso. Sucedía en el medievo y sucedió en los siglos siguientes. Porque, hasta que las revoluciones industriales agigantaron el tamaño de las urbes, era posible ver el ir y venir del ganado, oler el corral de las aves e incluso seleccionar aún viva la pieza que una persona deseaba llevarse a su cocina. Luego todo cambió y el viejo mercado en el centro de la ciudad quedó caduco.
Hoy, somos miles de millones de personas las que deseamos, simplemente, un corte de carne. Durante siglos fue un bien escaso, pero hoy muchos esperamos encontrarlo en las góndolas del supermercado a un precio asequible y en bandeja. Sin que nos tengamos que plantear su origen. Después de todo, más de la mitad de la humanidad ya no vemos vacas pastando, ni pollos aleteando, ni cerdos vivos… a no ser que planeemos una visita a una granja o hagamos una excursión al campo. No es extraño, por lo tanto, que hayamos cambiado nuestra relación con este alimento y que compremos las piezas de carne sin pensar en las manos implicadas, las toneladas de pienso, forraje y pastos que engordan al ganado y, sobre todo, en sus repercusiones ambientales. Es un fenómeno que ha roto con la tradición secular y que se ha producido al tiempo que la industria ganadera entraba en una carrera por producir más cantidad y a mejor precio.
El impacto actual de la ganadería intensiva
El impacto ambiental de la ganadería que estamos practicando en la actualidad es enorme. Porque se traduce, fundamentalmente, en deforestación: por incendios producidos en quemas incontroladas, por talas en busca de nuevos pastos y en roturación que permita cultivar cereales con destino a la alimentación animal. Las cifras son elocuentes: desde 1990, el mundo ha perdido 420 millones de hectáreas de bosque debido a esta causa, según este informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Pero la lista de consecuencias sigue, porque a la deforestación hay que sumar otros impactos:
- La enorme cantidad de agua que se destina al cultivo de granos para pienso y que FAO ha cuantificado así: se requieren 15.000 litros de agua para generar un kilo de carne
- La necesidad de transportar esos cereales hasta las granjas
- La pérdida de la biodiversidad
- La contaminación del agua y suelos a través de purines
- El aumento de gases de efecto invernadero asociado a la cría intensiva
- Los suelos castigados por la escasa rotación de cultivo.
Ante esta situación, aparecen en el mapa las más diversas propuestas de futuro que van desde repensar la ganadería a partir de la economía circular hasta comercializar los productos en el kilómetro cero, pasando por la cría de insectos para la transformación de materia orgánica en materia prima de gran valor. Afortunadamente, cada día se proponen más y más iniciativas novedosas para que el impacto del ganado sea mínimo.

Fuente: FAO
Un debate público: la ganadería que queremos
Pero no se trata solo de que no sea un problema, sino de ir más allá y que la ganadería del futuro sea también una solución a nuestra actual crisis ambiental. Así lo formulaba recientemente el actual director de FAO en las observaciones preliminares de la reunión del Subcomité de Ganadería: “A nivel mundial, nos enfrentamos a diversos problemas graves; en particular, el aumento del hambre y la malnutrición, la pobreza, los conflictos, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los recursos naturales… La ganadería puede ayudar a abordar esos desafíos”.
Aunque en algunos países desarrollados el consumo per cápita de carne se estanca e incluso retrocede, la demanda mundial de productos ganaderos sigue aumentando. Se calcula que crecerá hasta un 50 % de aquí a 2050 por la lógica presión que ejercen los países en desarrollo, donde hasta ahora los beneficios dietéticos de los alimentos de origen animal son menos accesibles. Así que, mientras el sector crece a ritmos agigantados para solventar la creciente demanda, surge una oportunidad: la de preguntarnos qué tipo que ganadería queremos tener.
“Todos somos conscientes de estos problemas y seguir haciéndolo todo como hasta ahora ya no es una opción. También somos conscientes de que el sector ganadero puede contribuir a la solución”, afirmó el Director General, Qu Dongyu.
Así es como FAO está abordando la transición ganadera
La FAO está ayudando a los países a adoptar mejores prácticas ganaderas para garantizar la seguridad alimentaria, la nutrición y la reducción de la pobreza. Lo hace a través de cuatro mejoras que forman parte del Marco estratégico de la FAO para 2022-2031.
1. Una mejor producción
Ayudar a más personas a aumentar la productividad del ganado. Para facilitar el diálogo político hacia la ganadería sostenible, la organización promueve iniciativas como la Agenda global para la ganadería sostenible. Esta asociación reúne a múltiples partes comprometidas con el desarrollo sostenible del sector ganadero a través del diálogo, la consulta, el análisis conjunto y una agenda de acciones.
Por último, los análisis exhaustivos y modelos de datos que lleva adelante FAO brindan evidencia para la transición. Y su aporte también es clave para desarrollar herramientas y ofrecer apoyo técnico, como lo hace a través de la Alianza sobre la Evaluación y el Desempeño Ecológico de la Ganadería (LEAP) y el Modelo de Evaluación Ambiental de la Ganadería Mundial (GLEAM).
2. Una mejor nutrición
La actividad ganadera tiene en sus manos el poder de solventar las carencias de micronutrientes en algunas poblaciones y garantizar la seguridad alimentaria. Su contribución también puede frenar la resistencia a antimicrobianos, un problema que pone en juego la salud de los animales y de los humanos.
3. Un mejor medio ambiente
En el caso de aquellos países de bajos y medianos ingresos, FAO trabaja para identificar tecnologías y posibles intervenciones. En este contexto surge la iniciativa “Reducción del metano entérico”. Este gas es producto del proceso digestivo de los rumiantes y a nivel ambiental resulta muy costoso.
4. Una vida mejor para todos, sin dejar a nadie atrás
Por último, la ganadería puede contribuir a que las comunidades pastoriles vulnerables mejoren su calidad de vida. Muchas de las personas más pobres del mundo dependen directamente de la ganadería para vivir, y las cadenas de valor de este sector constituyen la tercera fuente de ingresos de mayor importancia a nivel mundial, después de la producción de cultivos y el empleo no agrícola.
Después de leer este artículo, ¿qué valor cobra esa bandeja de carne del supermercado?
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