Granja Julia: l´Horta multiverso que empodera a la juventud de València

Hace más de treintaicinco años, en el barrio valenciano de La Coma no había escuelas, ni transporte público, ni tiendas ni farmacias. Pero sí la necesidad y las ganas de hacer realidad un espacio de encuentro para las personas que lo habitaban: gente de todas partes y en situaciones extremas, en un barrio alejado de todo y viviendo en condiciones de hacinamiento. Es precisamente en este entorno donde se instaló un oasis donde no existe la exclusión: el Colectivo de Jóvenes de la Coma, una agrupación cuyo objetivo sigue siendo el de cohesionar tanto como sea posible a un vecindario que sabe de desigualdades.
Esta organización que se formó muy de a poco habilitó la posibilidad de que los vecinos de diferentes culturas pudieran conocerse y aglutinarse a través de distintas actividades y talleres: teatro, cerámica, reparación de electrométricos, talleres de cocina y por supuesto, la agricultura ecológica. Así nació el Centro de Educación Medioambiental Julia, conocido por todos como “Granja Julia” y la actual casa del colectivo. “Este espacio es nuestro. Han pasado por aquí muchas generaciones y seguirán pasando”, dice con orgullo Joan García Celda, miembro del equipo educativo de la Granja Julia.
La huerta multiverso: una excusa para compartir
El colectivo puso en funcionamiento un proyecto que recibe el apoyo del Ayuntamiento de Paterna, el municipio al que pertenece el barrio: la huerta multiverso. La iniciativa adopta prácticas de riego y cultivo sostenibles que preservan la biodiversidad, instruye a las personas sobre alimentación saludable e invita a conectar con la naturaleza, además de mejorar su empleabilidad.
“Todos los miércoles, los y las jóvenes venden alimento sostenible que cultivan con sus propias manos, pero casi que ese es el fin último”, explica Joan. El objetivo final es la inserción laboral, que los jóvenes vuelvan a confiar en ellos mismos, brindar acompañamiento, lograr una convivencia amena y compartir experiencias enriquecedoras. “En l´Horta hay intercambio de muchas cosas, no se trata únicamente de un espacio para cultivar y vender frutas y hortalizas, allí muchas otras cosas tienen cabida. Es un espacio vivo a nivel biológico, pero también a nivel de personas”.
Un momento vital complejo, en un entorno complicado
A través de l´Horta como de sus tantas otras actividades, el Colectivo logra que los y las jóvenes abran su mente y desarrollen el pensamiento crítico, en una etapa del desarrollo que de por sí es complicada. A nivel material se llevan cualquier producto de temporada para sus familias y, a nivel intangible, se llevan aprendizajes, experiencias, la capacidad de desmontar miedos y prejuicios en torno a la huerta y trabajar la tierra.
“Lo más lindo de esta iniciativa es que prueba una y otra vez que cuando trabajamos de forma conjunta las cosas salen adelante. Hay luces y sombras, por supuesto, muchas horas de trabajo, experiencias muy intensas, pero me reconforta saber que aquí tienen un lugar donde pueden sentirse cómodos y donde siempre serán tenidos en cuenta”, señala Joan.
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