Hasta el momento, nuestros sistemas alimentarios estaban plagados de plásticos, un material que representa el 80% de los residuos hallados en el mar. Ya son muchos los factores que indican que el sector alimentario debe transformarse para dar respuesta a los retos a los que nos enfrentamos y el reemplazo del plástico en los packagings por alternativas sostenibles constituye un gran avance.
El envase ideal implica huellas de carbono e hídricas más bajas, además de ser biodegradable, seguro y fabricado de manera ecológica. La innovación en este campo ha conseguido cumplir ese objetivo e incluso redobló la apuesta al extender la vida útil de algunos productos frescos. Recientemente, un equipo liderado por el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA) presentó un envase con estas características, elaborado a partir de cáscaras de almendras y suero de queso.
Iniciativas como la del IATA son una oportunidad para reforzar la economía circular y reducir el impacto ambiental derivado del despilfarro de alimentos, convirtiendo a los subproductos orgánicos en materia prima de alto valor añadido.