Jamie Morrison: “Son nuestras decisiones y acciones como ciudadanos
las que definirán en última instancia nuestro éxito en la construcción
de sistemas alimentarios más sostenibles”

¿Qué vamos a comer en un futuro cercano? ¿cómo haremos para alimentar a más personas sin destruir nuestro planeta? Esto es lo que se preguntan los altos cargos, los especialistas y los ciudadanos, más allá de las fronteras. Hablamos sobre los sistemas alimentarios del mañana con Jamie Morrison, director de la División de Sistemas Alimentarios y Seguridad Alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La División brinda asistencia estratégica a los países que actualmente trabajan en el desarrollo de sistemas alimentarios más sostenibles, poniendo al servicio su experiencia de larga data y conocimientos técnicos en toda la cadena de valor. Además, actúa como nexo entre las unidades técnicas, las oficinas descentralizadas de la FAO y las organizaciones asociadas con el fin de garantizar un enfoque holístico.
—Si no nos preocupamos hoy por lo que comeremos en el futuro, ¿qué escenario nos espera?
“Todos debemos actuar para garantizar que la creciente población mundial tenga acceso a dietas asequibles, seguras y saludables, suministradas a través de sistemas alimentarios más sostenibles, resistentes e inclusivos. En otras palabras, buscamos sistemas que produzcan, transformen y suministren alimentos de manera tal que no dañen el entorno y que respeten el derecho de todas las personas a acceder a una dieta adecuada, además de los derechos de quienes participan en la producción de alimentos, como el acceso a unos medios de vida dignos.
Nuestras elecciones a la hora de decidir qué y cuánto compramos pueden influir significativamente en la forma en que se produce un alimento, así como en los beneficios que obtienen quienes lo producen. Por ejemplo, algunos consumidores eligen comprar alimentos producidos bajo normas medioambientales específicas, otros optan por reducir el consumo de ultraprocesados y por productos de mayor valor nutricional, y hay quienes le compran directamente al productor.
Pero es muy importante recordar que no todas las personas pueden darse el lujo de elegir. De hecho, la mayoría de la población mundial está muy limitada en cuanto a las elecciones que puede tomar: el Estado de la Seguridad Alimentaria 2020 señala que 3.000 millones de personas en el mundo no pueden permitirse una dieta saludable.”
Repensar nuestros sistemas actuales es una necesidad, tanto para alimentar a una población mundial que no para de crecer como para garantizar nuestra supervivencia en el planeta. Las políticas públicas agroalimentarias podrían hacer la diferencia en la forma en la que producimos, distribuimos y consumimos los alimentos.
“Existe una amplia gama de instrumentos políticos que pueden utilizar los gobiernos para promover el cambio. Tales como las políticas destinadas a educar a los consumidores sobre cómo sus decisiones afectan la salud, las que incentivan el uso de determinadas técnicas de producción mediante subvenciones, o las que refuerzan las infraestructuras de almacenamiento o de la cadena de frío para ampliar la distribución y reducir la pérdida de alimento. Otras tratan de desincentivar ciertas acciones restringiendo el uso del suelo, gravando ingredientes específicos en productos alimentarios de alto contenido calórico o legislando la gestión de los residuos alimentarios.
Sin embargo, la clave está en la combinación de las políticas que se pongan en marcha. Tenemos que entender que perseguir el objetivo de construir sistemas alimentarios más sostenibles implica que habrá compensaciones. Por ejemplo, algunas acciones para reducir el hambre pueden repercutir negativamente en los medios de vida de los actores de la cadena alimentaria o tener impactos ambientales adversos. Tenemos que asegurarnos de que las políticas se diseñen cuidadosamente y que incluyan acciones de mitigación cuando sea necesario.”
—Y las políticas agroalimentarias, ¿cómo podrían contribuir a mejorar la salud de los ciudadanos?
“Es de vital importancia la forma en la que se combinan las políticas para garantizar que todas las personas tengan acceso a una alimentación suficiente, asequible, sana y segura. De la misma manera, es fundamental que todos dispongan de los medios económicos para adquirir esos alimentos. Por lo tanto, se pueden tomar medidas para mejorar y ampliar los programas de protección social que permiten el acceso a dinero suficiente para comprar alimentos o los programas de alimentación escolar para garantizar que todos los niños reciban al menos una comida nutritiva al día.”
En 2015 Jamie Morrison escribió junto al economista Andrew Dorward un capítulo del libro Handbook on the Globalisation of Agriculture, donde hacen una interesante distinción entre políticas de apoyo “villanas, héroes o víctimas”.
—¿A qué se refieren con esta clasificación?
“El punto clave de nuestro argumento es que no es posible decir a priori que una política de apoyo específica es buena o mala.
Un ejemplo sencillo: el uso de una subvención en un país con un sector agrícola eficiente y comercializado puede ser inapropiado, un despilfarro y potencialmente perjudicial para los productores de otros países (de ahí el término villanos). Sin embargo, esa misma subvención en un país en una fase más temprana de desarrollo, con un débil desarrollo del mercado, puede ser apropiada, e incluso decisiva para desbloquear su potencial productivo (héroes).
Se ha prestado mucha atención (a través de críticas negativas, sobre todo) a las repercusiones que traen como consecuencia los mayores niveles de ayuda en los sectores agrícolas desarrollados. Pero se ha prestado poca atención al papel positivo que pueden desempeñar en algunos contextos (víctimas).
En definitiva, es esencial un enfoque más matizado para entender el papel de las políticas de apoyo a la agricultura, ya que empezamos a ver más debates sobre el apoyo como parte de la transformación de los sistemas alimentarios.»
—Cada sistema alimentario tiene características particulares y éstas se deben, en parte, a su geografía. ¿Cuál es la situación actual de los sistemas alimentarios a nivel local? ¿Ha percibido una mayor implicación en estos temas por parte de los gobiernos locales y las ciudades?
“En la FAO tenemos un importante programa de trabajo para impulsar la Agenda de Alimentación Urbana. Esto se debe a que alrededor del 70 por ciento de los alimentos producidos en el mundo se consumen en las zonas urbanas, una cifra que no hará más que aumentar con el tiempo. Se trata de un dato clave. Porque la forma en que se suministran los alimentos a las ciudades tiene importantes implicaciones tanto para el estado nutricional de los consumidores urbanos como para las oportunidades disponibles para los productores.
A su vez, ese dato refleja la agilidad de los municipios y gobiernos locales para adoptar un enfoque sistémico de la alimentación. Hemos visto que esto se ha manifestado con fuerza en los últimos cinco años aproximadamente y, en particular, en el contexto de la COVID-19″.
—¿Hay algún caso de éxito que se haya ganado su admiración por sus buenas prácticas?
“Creo que un buen ejemplo es la ciudad de Lima, Perú. Con el apoyo de la FAO, la Municipalidad integró la seguridad alimentaria y la nutrición en el Programa Lima Sostenible. Además, creó un mecanismo de gobernanza alimentaria para ayudar a desarrollar la Estrategia Alimentaria de Lima, que ahora está bien alineada con el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria. El Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán también reconoció a la ciudad por esta iniciativa con un premio en 2018.”
La transformación de nuestros sistemas alimentarios en modelos más sostenibles está estrechamente ligada al cumplimiento de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Este compromiso internacional pretende avanzar hacia sociedades con un crecimiento económico inclusivo, mayor cohesión y justicia social, en paz y con un horizonte medioambiental sostenible antes del 2030.
—¿Qué progresos se han hecho hasta el momento? ¿Será posible alcanzar los Objetivos en ese plazo?
“Aunque se han hecho progresos en muchos países y en muchas dimensiones de la Agenda 2030, está claro que es necesario acelerar el progreso si se quieren alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Los informes más recientes señalan que, en lo que respecta a los sistemas alimentarios, el enfoque tradicional no es sostenible y que los nuevos sistemas alimentarios que construyamos desempeñan un papel central a la hora de acelerar el progreso.
La Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU que se celebrará a finales de 2021 ofrece una excelente oportunidad para que los países involucren a todas las partes interesadas en la definición de vías hacia sistemas alimentarios sostenibles y reflejen los desafíos particulares a los que se enfrentan. El hecho de que más de 100 países ya estén convocando diálogos como parte del proceso indica que, si aprovechamos el impulso de la Cumbre, es posible alcanzar los ODS.”
A nueve años de que se cumpla el plazo, es importante reflexionar sobre qué estamos haciendo para contribuir a alcanzar cada meta que componen los Objetivos. Todo el mundo tiene que hacer su parte: el sector público, el sector privado y cada uno de nosotros.
—¿Cuál es el papel de los ciudadanos en la construcción de sistemas alimentarios sostenibles?
“Es fundamental. Si las vías definidas para transformar nuestros sistemas alimentarios no reflejan las aspiraciones de todos los ciudadanos, es poco probable que se lleven a cabo con éxito. Como hemos comentado anteriormente, son nuestras decisiones y acciones como ciudadanos, ya sean consumidores, productores o trabajadores, las que definirán en última instancia nuestro éxito en la construcción de sistemas alimentarios más sostenibles.
A su vez, es importante destacar el papel de aquellos que tienen la posibilidad de tomar decisiones que apoyen las aspiraciones y necesidades de los ciudadanos más vulnerables de la sociedad. No debemos dejar a nadie atrás: los sistemas alimentarios no solo deben ser sostenibles y resistentes, sino también inclusivos.”
Aclaración: Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente la opinión de la FAO.