La ALIMENTACIÓN como un derecho. La voz de dietistas y nutricionistas

El pasado 7 de octubre el CEMAS celebró la jornada “Cultivar, nutrir, preservar. La importancia del medio en nuestra alimentación”, un encuentro organizado de manera conjunta con el Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (CODiNuCoVa) en torno al lema propuesto por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para el Día de la Alimentación 2020.
El encuentro, que tuvo carácter virtual y contó con una notable participación, se estructuró en torno a tres mesas: CULTIVAR, NUTRIR y PRESERVAR. En cada una de ellas, tuvimos el placer de analizar junto a expertos en nutrición, alimentación, sostenibilidad y medioambiente la situación actual que vivimos en la Comunidad Valenciana para avanzar hacia un sistema alimentario más justo, saludable y sostenible.
CULTIVAR: cuidar a quienes cuidan la tierra
En el inicio de esta mesa, se puso el foco en la labor de las y los profesionales veterinarios como pieza clave de la nutrición y como garantes de la salud pública, puesto que su trabajo atiende desde la producción hasta el consumo de los alimentos que llegan a las personas consumidoras.
Precisamente al público consumidor se dedicó el siguiente bloque, mostrando la importancia de mejorar la educación alimentaria general. Los expertos reunidos confirmaron la necesidad de que las personas consumidoras tengan información sobre el origen de los alimentos que consumen y conozcan las ventajas de los canales cortos. Solo así elegirá alimentos inocuos y seguros, vinculados a un origen concreto, producidos de manera sostenible y (aquí está lo más importante) capaces de producir placer.
Finalmente, se insistió en la necesidad de proteger a nuestros pequeños productores, quienes deberían tener una renta justa. Se puso en valor “La Tira de Contar” de València como ejemplo de canal corto y de una actividad histórica que debemos conservar. Esta práctica tradicional consiste en asignar un espacio en los mercados de la ciudad a los pequeños agricultores de la huerta valenciana. De esta manera, la comunidad puede adquirir productos frescos y recién cosechados directamente del agricultor, sin intermediarios. Una institución que pervive desde el siglo XII y que ha sabido actualizarse y mantenerse vigente a lo largo del tiempo.
NUTRIR, cuidando a las personas, al territorio y al planeta
En la segunda mesa se puso en valor el papel de los y las dietistas-nutricionistas, al tiempo que se reclamó su presencia en el sistema nacional de salud, del que ahora está ausente. Esta situación fue calificada como inaceptable por las personas asistentes, sobre todo cuando se comprueba con datos que las enfermedades derivadas de una mala alimentación son ya una pandemia. Acerca de este tema, la mesa concluyó que parte del cambio que necesita nuestro sistema alimentario consiste en empezar a “concebir la alimentación como un derecho y no como un negocio”.
Otra conclusión valiosa que se extrajo de esta mesa fue el papel de la legislación en la gestión del cambio, pues debe ayudar a regular la publicidad engañosa de los productos ultraprocesados, a acercar una alimentación saludable a los niños y niñas en los comedores escolares y apoyar el consumo de alimentos frescos de proximidad: es el modo de preservar tanto la biodiversidad como la salud de las personas. Porque, según señalaron los ponentes, para que una dieta saludable sea considerada como tal, debe ser buena para las personas, el territorio y el planeta: ser mayoritariamente vegetal, de temporada, accesible a través de un canal corto de comercialización, agroecológico y económico.
PRESERVAR, bajo la estructura de “cuatro hélices”
En la tercera y última parte de nuestro encuentro, se dieron a conocer datos preocupantes sobre el desperdicio de alimentos y su impacto ambiental. Se indicó, por ejemplo, que en España se tiran a la basura 250 kg de alimentos por segundo. Los ponentes sostuvieron que, para mejorar esas cifras, es necesario optimizar la cadena alimentaria en su totalidad. Esto significa revisar cada uno de sus eslabones, incluyendo a la persona consumidora que desecha el alimento que se echó a perder en su nevera o a la tienda tira los alimentos que no pudo vender.
Por otro lado, se puso sobre la mesa un problema que preocupa a todos los especialistas: la pérdida del patrimonio cultural gastronómico frente a una estandarización de la alimentación que nos ha conducido a ver en los menús de los restaurantes más opciones foráneas que autóctonas y de calidad. El cambio es inminente: debemos revindicar la gastronomía local adaptándola a las necesidades del siglo XXI y ofreciendo alimentos de proximidad, sostenibles, saludables y, por supuesto, sabrosos.
Finalmente, todas las personas expertas del encuentro coincidieron en afirmar que el sistema agroalimentario es motor de cambio y agente solucionador y que, para transformarlo, es preciso trabajar bajo la estructura de “cuatro hélices”, implicando a las administraciones, a la comunidad académica, al sector privado y la sociedad civil.