El encuentro tendrá lugar en Tokio los días 7 y 8 de diciembre. Está organizado por el gobierno japonés y pretende conseguir compromisos concretos de los gobiernos y de las partes interesadas, tanto compromisos financieros como políticos y programáticos. Esta cumbre mundial llega cuando estamos en el ecuador del Decenio de Acción sobre Nutrición de las Naciones Unidas y a tan solo nueve años de que venza el plazo para alcanzar los ODSs.
El gobierno de Japón ha identificado tres áreas de trabajo fundamentales sobre las que actuar si se quiere poner fin a la malnutrición en todas sus formas:
-Integrar la nutrición en la cobertura universal de Salud.
-Transformar los sistemas alimentarios para la promoción de alimentos seguros, sostenibles y saludables para las personas y para el planeta.
-Trabajar eficazmente contra la malnutrición en contextos frágiles y afectados por conflictos y otros desastres, de forma que se garantice la resiliencia de estas comunidades.
Para favorecer la adopción de compromisos se ha creado la plataforma NAF (Marco de Responsabilidad Nutricional). Es una plataforma independiente que tiene como objetivo registrar y monitorear esos compromisos. Entre otros organismos, ha obtenido el respaldo de la OMS, UNICEF, USAID, el gobierno japonés y el movimiento SUN entre otros.
En el último Informe Mundial sobre Nutrición se pone de manifiesto que estamos lejos de cumplir cinco de los seis objetivos mundiales relacionados con la nutrición materna, del lactante y también del niño pequeño en relación con el retraso del crecimiento, la emaciación, el bajo peso al nacer, la anemia y el sobrepeso infantil. Tampoco estamos en el camino adecuado para cumplir los objetivos en cuanto a las enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta, la ingesta de sal, la presión arterial elevada, obesidad en adultos y diabetes.
En este mismo informe se pone de manifiesto que los costes para hacer frente a las consecuencias de las dietas deficientes y la desnutrición han aumentado a escala global, mientras que los recursos han disminuido. Pero se insiste en que los costes de la inacción son mucho mayores de lo que supondría una intervención debidamente planificada.