La Cumbre sobre Sistemas Alimentarios de Nueva York ha concluido con una serie de compromisos y nuevas iniciativas que ahora hay que hacer funcionar. La cifra de personas que padecen hambre en el mundo no disminuye. Al contrario, ya presentaba tendencia al alza en 2018 y la pandemia por Covid ha empeorado la situación. A pesar de ello, en 2019, tiramos a la basura en todo el mundo 930 millones de toneladas de alimentos y los sistemas alimentarios parecen ser los responsables de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Con estos argumentos, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, convocó a una movilización mundial que tuvo su epílogo en la Cumbre del pasado 23 de septiembre en Nueva York: «A medida que nos hemos ido adentrando en la Década de Acción para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, hemos visto cómo muchos de los sistemas alimentarios del mundo eran frágiles y no satisfacían el derecho de todo el mundo de alimentarse adecuadamente». El objetivo es impulsar la acción a todos los niveles para lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible a través de la transformación de los sistemas alimentarios. En palabras de Agnes Kalibata, enviada especial de la ONU a la Cumbre, «los sistemas alimentarios tienen un poder increíble para acabar con el hambre, construir vidas más saludables y sostener nuestro hermoso planeta».
¿Final o punto de partida?
Cierto es que la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios de Nueva York cierra un largo proceso de 18 meses, no exento de críticas, que ha implicado a cerca de 150 países y que de una u otra forma ha contado con la participación de cien mil personas según Naciones Unidas. Pero cierto es también que a lo largo de este proceso han surgido toda una serie de iniciativas que ahora hay que poner en marcha y para las que será necesario buscar financiación.
Estas iniciativas se han organizado en torno a las cinco áreas prioritarias de acción que se han establecido: Nourish All People; impulsar soluciones basadas en la naturaleza; promover medios de vida equitativos, trabajo decente y comunidades empoderadas; desarrollar la resiliencia a las vulnerabilidades, los impactos y las tensiones y, finalmente, una de carácter transversal a fin de apoyar los medios para la puesta en marcha de todas las medidas.
Hay una larga lista de lo que se han denominado coaliciones, diseñadas para ofrecer apoyo a los países que lo soliciten según sus intereses y prioridades. Entre las iniciativas que ya están bastante consolidadas figura la Coalición para la Alimentación Escolar. Se trata de una plataforma liderada por Noruega a la que se han adherido 60 países. Su objetivo es lograr que en 2030 todos los escolares tengan acceso a comidas saludables. Para la reducción de la pérdida y el desperdicio alimentario, la iniciativa La comida nunca se desperdicia con el objetivo de que en 2030 se hayan reducido a la mitad estas cifras. También la iniciativa Dietas saludables, impulsando que las dietas saludables estén disponibles, sean asequibles y accesibles para todos, especialmente los más vulnerables.
Voces críticas
El proceso hasta llegar a la cumbre de Nueva York no ha estado exento de críticas. Algunas voces han señalado que se ha apostado «por un modelo agroindustrial globalizado, que profundizará aún más sus impactos medioambientales y sociales». Ante la crítica de que la Cumbre ha excluido a las organizaciones de la sociedad civil, la vicesecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, ha señalado que «en términos de inclusión, no conozco un proceso más inclusivo». En parecidos términos se ha manifestado Elizabeth Nsimadala, presidenta de las Organizaciones de Agricultores Panafricanos (PAFO). Myrna Cunningham, miembro del comité asesor, afirma que se han organizado diálogos en las siete regiones socioculturales, con la participación de casi 300 organizaciones de pueblos indígenas.
Seguimiento
A la hora de poner en marcha los cambios necesarios, la primera piedra en el camino es la financiación. La FAO estima que es necesario invertir anualmente entre 40.000 y 50.000 millones de dólares en intervenciones específicas para acabar con el hambre de aquí a 2030. No necesariamente en grandes y costosos proyectos. Según FAO, hay muchos proyectos de bajo costo y gran impacto que pueden ayudar a centenares de millones de personas a acabar con el hambre.
Concluida la Cumbre se hará un seguimiento periódico para comprobar qué avances se están llevando a cabo. De momento, hay convocado otro encuentro dirigido a los jóvenes, a partir del 1 de octubre, el Foro Alimentario Mundial, que se desarrollará en Roma hasta el 5 de octubre.