Legumbres: armas definitivas contra el cambio climático en 7 combates

Los egipcios las veneraban. Les hicieron a las habas un lugar junto a las pertenecías de sus difuntos, para asegurar a sus pares un más allá de lo más prometedor. Cuando en el año 30 a. C Octaviano conquistó Egipto, los romanos regresaron a Roma con un gran botín: el obelisco de la Plaza de San Pedro ¡y 1.000 toneladas de lentejas! En la antigua Grecia, además de servir como alimento, se utilizaban para emitir el voto en el Ágora. En Sudamérica, también servían como moneda de cambio.
Las legumbres forman parte de nuestras vidas hace ya 90 millones de años y comprenden más de 20.000 especies que se extienden por todo el planeta. Su versatilidad ha permitido que una gran variedad de culturas las incluya entre sus recetas tradicionales, desde el hummus en el Mediterráneo o el daal en la India, hasta los frijoles con arroz en América Latina. Son riquísimas en sabor y a nivel nutricional. Y pueden salvar el futuro de nuestro planeta.
Además de su valiosa aportación a la pirámide alimentaria, los frijoles, habas, garbanzos, lentejas y guisantes secos cumplen un papel fundamental a la hora de alimentar a la creciente población mundial, que se espera llegue a los 9 mil millones para el 2050. Si esta previsión se cumple, la FAO estima que habrá que aumentar la producción agrícola en un 70% para 2050. ¿Cómo lo conseguiremos en un contexto de crisis climática? Analicemos cómo las legumbres pueden ayudarnos a ganar esta batalla:
1. Su producción hace un uso muy eficiente del agua
¿Sabías que el 70% del agua accesible del mundo se utiliza para la agricultura? Una de las grandes ventajas que supone el cultivo de legumbres es la escasa cantidad de agua que necesitan para su producción.
Ten en cuenta que producir un kilogramo de carne de vacuno (proteína animal) se necesitan 10 veces más cantidad de agua que producir 1 kg de lentejas (proteína vegetal). Este dato es aún más relevante cuando también consideramos que el 40% de lo que produce la agricultura se destina para alimentar ganado. ¿Te imaginas cuánta agua ahorraríamos si moderáramos el consumo de carne?
2. No requieren de fertilizantes nitrogenados
El nitrógeno es un componente importante de la clorofila, el compuesto por el cual las plantas realizan la fotosíntesis. La mayoría de ellas no son capaces de captar el nitrógeno presente en la atmósfera. Pero las legumbres sí: portan bacterias en sus nódulos que fijan el nitrógeno de la atmósfera en la tierra para que pueda usarse posteriormente en la nutrición de otras plantas. Al ser autosuficientes, no requieren de fertilizantes nitrogenados, cuyo uso trae aparejado consecuencias negativas como la contaminación del agua. Aquí tienes más detalles.
3. Regeneran los suelos de forma natural
Su capacidad para fijar el nitrógeno en la tierra es una ventaja para la planta, pero también para los suelos. Sí, la producción de legumbres enriquece el suelo y fertiliza el cultivo siguiente de forma natural. ¿Cuánto? Según la FAO, las legumbres pueden añadir entre 30 y 40 kg de nitrógeno por cada hectárea de terreno. Y no solo eso, sino que contribuyen a mantener e incrementar la biomasa microbiana vital del suelo e incluso algunas variedades son capaces de liberar fósforo a la tierra. Por último, aumentan la capacidad de los suelos para absorber carbono.
Estas ventajas las convierten a las legumbres en una opción ideal para la rotación de cultivos, aumentando la productividad y la diversificación de los suelos. Y esto resulta esencial porque, actualmente, un tercio del suelo de nuestro planeta se encuentra de moderada a altamente degradado.

FAO. Karachi, Pakistan.
4. Ayudan a descarbonizar el planeta
Es un hecho estadístico: la ganadería y la agricultura emiten casi un tercio del total mundial de CO2. ¿Cómo? Los abonos utilizados en la agricultura liberan gases de efecto invernadero tanto en su fabricación como en su empleo, de modo que promover el cultivo y consumo de legumbres equivale a reducir el uso de fertilizantes y, con ello, ayudar a la descarbonización del planeta.
5. Son asombrosamente versátiles
Según la FAO, las legumbres tienen una vasta diversidad genética, lo que permite adaptar mejores variedades para el cultivo a la variabilidad climática. Un aspecto que contribuye a la seguridad alimentaria de aquellas áreas propensas a inundaciones, sequías y otras condiciones climáticas extremas.
6. Ahorran energía
Las legumbres corren con la ventaja de requerir un procesamiento mínimo. Por otro lado, no necesitan refrigeración y son muy fáciles de transportar.
7. Son claves contra el desperdicio alimentario
Las legumbres pueden almacenarse durante muchos meses (¡incluso años!) sin estropearse, lo que reduce las posibilidades de que acaben en la basura. Este dato no es menor, especialmente si tenemos en cuenta que un tercio de los alimentos que producimos para nuestro consumo se pierden o desperdician. Por si fuera poco, los pocos residuos generados en su cultivo pueden utilizarse como forraje para mejorar las dietas del ganado.
¿Necesitas más razones para consumir legumbres?