Cuestiones como los conflictos armados, la falta de financiación e incluso las trabas burocráticas están impidiendo que familias al borde de la hambruna reciban ayuda esencial para mantenerse con vida. Así se ha puesto de manifiesto en un nuevo informe hecho público por la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura) y el PMA (Programa Mundial de Alimentos).
Según estas organizaciones, 41 millones de personas corren riesgo de padecer hambruna a menos que reciban de inmediato asistencia alimentaria. Entre los países que actualmente se encuentran en esta situación figuran Afganistán, Etiopía, Malí, Mozambique, Myanmar, Níger, Nigeria, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Siria, Somalia, Sudán y Yemen. Los conflictos, los fenómenos climáticos extremos y las consecuencias económicas de la covid son los principales factores que provocarán la inseguridad alimentaria entre los meses de agosto a noviembre de 2021. A ello hay que añadir otros factores como la plaga de langosta en el Cuerno de África y las trabas y limitaciones que se ponen para hacer llegar la ayuda alimentaria.
David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, se ha referido en concreto a estas dificultades: «el proceso hacia el Hambre Cero no se lleva a cabo con conflictos, puntos de control y burocracia. El acceso humanitario no es un concepto abstracto; significa que las autoridades aprueban los trámites a tiempo de modo que los alimentos puedan trasladarse con rapidez, significa que los puntos de control permiten el paso de los camiones y su llegada a destino y significa que el personal de respuesta humanitaria no es objeto de ataques, por lo que puede realizar su trabajo, que salvaguarda vidas y medios de subsistencia». Y refiriéndose a la urgencia de la situación añadió que «las familias que dependen de la asistencia humanitaria para sobrevivir penden de un hilo. Cuando no podemos llegar a ellas, ese hilo se corta y las consecuencias son realmente catastróficas».
Los puntos críticos en estos momentos son Etiopía y Madagascar. Etiopía se enfrenta a una situación de emergencia extrema vinculada al conflicto que tiene lugar en la región de Tigray. Conseguir que la ayuda llegue a esta región se está convirtiendo en un tremendo desafío. Según este nuevo informe de FAO y PMA, el próximo mes de septiembre 400.000 personas se enfrentarán a una situación catastrófica. Se trata del número mayor de personas afectadas en un solo país desde la hambruna que padeció Somalia en 2011. En Madagascar, la peor sequía de los últimos 40 años, la subida de los precios, las plagas y las tormentas de arena afectarán a 28.000 personas que entrarán también en situación de riesgo extremo. Estas dos zonas críticas se suman a las de Sudán del Sur, Yemen y el norte de Nigeria que ya constituyen las zonas de mayor preocupación en cuanto a la inseguridad alimentaria.
El director general de la FAO, QU Dongyu, ha puesto el foco de atención en los agricultores: «la inmensa mayoría de quienes están al borde del hambre son agricultores. Además de prestar asistencia alimentaria debemos hacer todo lo posible para ayudarlos a reanudar la producción de alimentos por sí mismos, a fin de que las familias y las comunidades puedan volver a ser autosuficientes y no solo dependan de la ayuda para sobrevivir».
El informe ofrece también recomendaciones específicas para cada país, tanto en referencia a la intervención ante situaciones de emergencia como acciones preventivas para proteger los medios de vida de las comunidades.