Proyecto FUSILLI: living labs para diseñar los sistemas alimentarios del futuro

Erradicar el hambre, cuidar de nuestra salud y curar al planeta es posible. Gran parte de las respuestas a estos problemas recaen en las ciudades, porque es precisamente en allí donde las decisiones que tomamos ganan mayor peso. Pero la transición hacia sistemas alimentarios más sostenibles no es una carrera libre de obstáculos, ¿cómo afrontan las ciudades este cambio rotundo en nuestra relación con el alimento?
Es evidente que las urbes y las áreas periurbanas necesitan ayuda para superar las barreras que obstaculizan esa transición. Para eso se creó la iniciativa FUSILLI. Este nuevo proyecto brinda apoyo a las ciudades para la creación de sistemas alimentarios más sostenibles, saludables, inclusivos y resilientes. Financiado por Comisión Europea y coordinado por el Centro Tecnológico CARTIF, FUSILLI se nutre de la iniciativa FOOD2030 que, desde su aplicación, articula y amplía de forma sistémica la I+D alimentaria de la Unión Europea.
Living labs: un ecosistema de innovación
El objetivo principal es diseñar un plan alimentario urbano para alcanzar una transición holística integrada y segura de nuestros sistemas alimentarios. La forma de hacerlo es a través de políticas urbanas innovadoras, viables y replicables en cualquier lugar, que contribuyan a desplegar acciones de mejora en todas las etapas de la cadena de valor. Estas políticas están alineadas con los cuatro principios de FOOD2030:
- Nutrición para dietas sostenibles y saludables
- Sistemas alimentarios inteligentes desde el punto de vista climático y ambiental
- Circularidad y sistemas alimentarios eficientes en recursos
- Innovación y empoderamiento de las comunidades
El proyecto FUSILLI reúne a 34 socios de 13 nacionalidades entre los que se encuentran ciudades, universidades, PYMES, ONGs y grandes industrias. Con la puesta en marcha de la iniciativa, los participantes se comprometen a trabajar de manera colaborativa en ocho paquetes de trabajo planteados para los próximos cuatro años. Además, cada una de las doce ciudades se comprometió a crear o mejorar un living lab (o espacios de colaboración), que representarán a todos los actores del sistema alimentario a nivel local y contará, como mínimo, con una entidad pública, un socio industrial (PYME o asociación), una asociación de consumidores y de la comunidad académica.
Estos espacios son los cimientos del proyecto, ya que cada uno de ellos actuará como un ecosistema de innovación. Allí se desarrollarán acciones innovadoras y se evaluará su implementación en todas las etapas de la cadena alimentaria. Por otro lado, gracias a ellos, se podrán compartir buenas prácticas que sean replicables en otros puntos del mundo.