Hacer más resilientes los sistemas agroalimentarios debería ser uno de los principales objetivos en cada uno de los países, para hacer frente a las crecientes perturbaciones mundiales, ya sean de origen climático, sanitario o socioeconómico. La pandemia del covid-19 lo ha mostrado claramente, según se pone de manifiesto en el último informe de la FAO, El estado mundial de la agricultura y la alimentación (SOFA 2021) que califica a la crisis del coronavirus como uno de los principales factores determinantes del aumento de las estimaciones sobre el hambre mundial. En palabras del director general de la FAO, QU Dongyu, «la pandemia puso de relieve tanto la resiliencia como la debilidad de nuestros sistemas agroalimentarios».
En este informe se afirma que la fragilidad de los sistemas agroalimentarios puede afectar a un gran número de personas. En la actualidad, tres mil millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable. Pero esta cifra podría aumentar en mil millones de personas más si cualquier perturbación redujera sus ingresos en un tercio. También se asegura en este informe que los costes de los alimentos podrían llegar a aumentar para 845 millones de personas si se produjera cualquier alteración en la red de transportes básica.
El SOFA apunta, entre las claves para mejorar la fortaleza de los sistemas alimentarios, diversificar las fuentes de alimentos (producción interna, importaciones o existencias disponibles), diversificar los actores en las cadenas de suministro de alimentos y crear redes de transporte redundantes y sólidas. Se insiste también en que para mejorar la resistencia de las cadenas de suministro, los gobiernos deben apoyar la creación de pequeñas y medianas empresas agroalimentarias, cooperativas, consorcios y agrupaciones, así como programas de protección social.
Por otra parte, este informe de la FAO pone de manifiesto que los hogares rurales de ingresos bajos, especialmente los productores a pequeña escala cuyos medios de vida son cada vez más vulnerables a las perturbaciones climáticas, pueden fortalecerse mediante las transferencias de efectivos, la educación y el empleo no agrícola.
El SOFA 2021 recoge indicadores nacionales de más de cien países que permiten evaluar la fortaleza de sus sistemas agroalimentarios. Aunque los países de bajos ingresos tienen que hacer frente a desafíos mucho mayores, el informe concluye que los países de ingresos medianos también están en riesgo. Además, en la mitad de los países analizados, el cierre de las conexiones básicas de comunicación haría que el tiempo de transporte local aumentara en un 20%, lo que conllevaría aumento también de los costes y de los precios de los alimentos para los consumidores.