El desperdicio de productos frescos en los hogares españoles ha disminuido ligeramente, sin embargo, ha aumentado el desperdicio de cocinados. Podría decirse que hemos desperdiciado casi lo mismo pero hemos desperdiciado diferente. Así se desprende del informe elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y que recoge los datos relativos a 2020.
Cada español tiró a la basura una media de 31 kilos/litros de comida y bebida en 2020, cifra muy parecida a la del año pasado. La tasa de desperdicio baja del 4,7 % al 4,3 % del total de alimentos comprados por los hogares (la tasa se calcula al dividir el total de alimentos desechados entre el total de alimentos comprados). A pesar de ello, en el cubo de la basura de las familias españolas terminaron 1.363 millones de kilos/litros de alimentos. Una cifra que debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de programar mejor nuestras compras y gestionar con más cuidado los sobrantes.
En nuestros cubos de basura, el mayor porcentaje corresponde a productos sin elaborar (76%). Esta cifra es ligeramente inferior a la de 2019 (84%). En cambio, el porcentaje que corresponde a productos cocinados (23%) es superior al de 2019 (15%). Esta variación se atribuye a que debido a las restricciones impuestas por la pandemia, una gran parte de los hogares ha declarado tener más tiempo para cocinar, se han incrementado las elaboraciones domésticas y por tanto, estos transformados han acabado en mayor porcentaje en el cubo de la basura.
A pesar de esa variación de porcentajes, son los productos frescos lo que más tiramos. Frutas, verduras y hortalizas son las estrellas de nuestros cubos de basura. Suponen el 45% del volumen total de producto que desperdiciamos. Y aunque en 2020 los españoles hemos reducido el desperdicio en estas categorías –y eso que se ha comprado más cantidad de producto- queda mucho por hacer todavía. Es necesaria una mayor concienciación por parte del consumidor y mayor colaboración por parte de la industria agroalimentaria y grandes superficies. ¿Te gustaría saber qué supone en realidad la comida que tiras a la basura? Compruébalo en esta aplicación.
Más allá del desperdicio en los hogares, la pérdida y el desperdicio de alimentos suponen pérdidas económicas para todas las partes interesadas de las cadenas de suministro alimentario, consumidores finales incluidos. También representa un uso extremadamente ineficiente de los recursos (la mano de obra, el agua, la energía y las tierras), así como unas consecuencias climáticas y un impacto social evitables. La FAO considera imprescindible cuantificar las cifras de pérdida y desperdicio a fin de trabajar para reducirlas. Para ello utiliza una plataforma técnica que mide la pérdida y el desperdicio alimentario a nivel mundial. Y ha constituido una Comunidad de Práctica en reducción de pérdida de alimentos.
¿Te gustaría saber cómo puedes contribuir a reducir el desperdicio? Descúbrelo aquí.