690 millones de personas sufren hambre en el mundo. Casi un 9% de la población mundial. Una cifra que ha ido aumentando en los últimos cinco años. Se mantiene la tendencia negativa. En etapas anteriores, el número de personas que padecía hambre iba disminuyendo. Esta tendencia se rompió en 2014. En los últimos cinco años, 60 millones de personas han engrosado en número de los hambrientos. Así se pone de manifiesto en «El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020», (SOFI) presentado en Nueva York.
“No vamos por buen camino” ha sido la frase más escuchada en el acto de presentación. Si se mantiene la tendencia actual, no será posible conseguir los objetivos marcados por el ODS 2 para el 2030: habrá 840 millones de personas que padecerán hambre. Una cifra muy alejada del hambre cero que marca ese ODS. A estas negras previsiones hay que sumar las consecuencias socioeconómicas de la pandemia provocada por el coronavirus. El cálculo apunta a que en 2020, entre 83 y 132 millones de personas incrementarán las cifras de las personas subalimentadas en el mundo solo como consecuencia de la covid 19. El estado nutricional de los grupos de población más vulnerables se va a ver seriamente deteriorado por las repercusiones de la pandemia.
En este informe SOFI se pone de manifiesto además que 2.000 millones de personas no disponen de acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes. La cifra aumenta hasta 3.000 millones en el caso de las personas que no se pueden permitir dietas saludables. El informe señala que las dietas saludables tienen un coste cinco veces superior a las dietas que simplemente cubren las necesidades energéticas. Asia Meridional y el África Subsahariana son las regiones más castigadas en este índice: el 57% de la población no puede acceder a dietas saludables. El binomio dieta-costes tiene otra vertiente: las consecuencias sanitarias. Según el SOFI, de seguir con los actuales hábitos alimentarios, los costes sanitarios relacionados con la dieta en 2030 superarán los 1,3 billones de USD.
Si nos centramos en la población infantil, el panorama tampoco mejora. Cerca de una cuarta parte de los niños menores de cinco años en todo el mundo sufre retraso en el crecimiento como consecuencia de la mala alimentación.
El informe, que responde al trabajo conjunto de cinco organismos de las Naciones Unidas (FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF) aboga por coordinar políticas: “los países tendrán que reequilibrar las políticas e incentivos agrícolas para llevar a cabo medidas de inversión y políticas que tengan en cuenta la nutrición en toda la cadena de suministro de alimentos, a fin de reducir las pérdidas de alimentos y potenciar la eficiencia en todas las fases. Las políticas de protección social que tienen en cuenta la nutrición también resultarán esenciales para que los países incrementen el poder adquisitivo de las poblaciones más vulnerables y la asequibilidad de las dietas saludables para estas poblaciones. También serán necesarias políticas que impulsen de manera más general un cambio de comportamiento en favor de dietas saludables”.
Puede consultar aquí todos los detalles del informe.