Agricultura regenerativa, la apuesta para recuperar suelos y reducir CO2

Los suelos se están degradando. La desertificación avanza. Y todo esto sucede silenciosamente, casi sin testigos. Pasa, sobre todo, en zonas donde hay escasez de agua, altas temperaturas y poca biodiversidad. Es un problema ocasionado en parte por el cambio climático, pero también por culpa de prácticas agrícolas poco sostenibles. ¿Hay solución? Sí. Está en las manos de nuestros agricultores y agricultoras y tiene un nombre: agricultura regenerativa.
Un compromiso firmado en la COP28
El potencial transformador de esta forma de entender la agricultura es tal que ha encontrado un lugar prominente en la agenda de la COP28, donde 130 países han firmado un compromiso para impulsar los cultivos que cuidan el suelo, retienen carbono y permiten una gestión de recursos eficiente, marcando un hito en la lucha global por un futuro sostenible.
El término de agricultura regenerativa ha ganado popularidad en los últimos años, pero recoge todas las propuestas que, desde hace varias décadas vienen apuntando la necesidad de un cambio de paradigma. Porque las prácticas intensivas que nos han dado de comer en las últimas décadas se traducen también en degradación del suelo, pérdida de biodiversidad y contaminación del agua. Frente a ellas, esta propuesta pretende hacer realidad una agricultura que, además de ser sostenible, contribuya activamente a regenerar los ecosistemas y mejorar la salud del planeta.
Al adoptar prácticas regenerativas, se espera que los agricultores mejoren la resiliencia de sus cultivos frente a eventos climáticos extremos, reduzcan la dependencia de insumos externos y contribuyan a la mitigación del cambio climático al capturar carbono en el suelo. Además, la agricultura regenerativa tiene el potencial de beneficiar a las comunidades locales al promover sistemas alimentarios más saludables y sostenibles.
Una visión holística de la parcela
Las prácticas propuestas por la agricultura regenerativa se basan en un enfoque holístico de la parcela, de forma que esta pueda regenerarse constantemente y mantener sus recursos naturales. Estas son algunas de las prácticas promovidas, que ponen especial atención en la salud del suelo:
- La práctica más conocida es dejar de arar la tierra ya que, en contacto con el oxígeno, la materia orgánica del suelo (el carbono) genera dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero. La propuesta consiste en dejar que el terreno se mantenga cubierto de vegetación, manteniendo el carbono en la tierra. Esto podría mitigar (y hasta podría llegar a revertir) el cambio climático porque también implica dejar de utilizar vehículos que utilizan combustibles fósiles.
- Para movilizar la tierra se recurre a lombrices e insectos, que dotan al suelo de la soltura necesaria para que puedan crecer las raíces.
- Otra práctica consiste en hacer una gestión sostenible del riego para conservar el agua. A ello se unen técnicas para reducir la erosión del suelo y fórmulas para capturar de agua de lluvia. A diferencia de los suelos agotados, un suelo sano y con materia orgánica retiene el agua (y además absorbe los nutrientes y almacena el carbono).
- Promover la biodiversidad resulta también esencial. Por eso se favorece la unión de plantas y animales en las fincas, integrando cultivos y plantando también árboles y arbustos.
- La agricultura regenerativa olvida los fertilizantes químicos. En general, se quiere minimizar el uso de recursos externos y se buscan ciclos cerrados de nutrientes, es decir, que la propia finca mejore la fertilidad del suelo reciclando sus residuos.
- Y cuando hay que luchar contra las plagas, se buscan depredadores que no las dejen prosperar. Esa es la razón por la cual se promueve la biodiversidad en las parcelas.
Más independencia para las personas agricultoras
Otra de las grandes ventajas de la agricultura regenerativa es que permite a las familias agricultoras con pequeñas parcelas recuperar el control de su cultivo al tiempo que combaten la sequía y las plagas y obtienen mejores cosechas. Este tipo de técnicas repercute directamente en una mejora en sus medios de vida.
Según la Fundación para la Agricultura Regenerativa este tipo de agricultura incluye una visión de un futuro donde coexiste una producción de alimentos ricos en calidad y cantidad, ciclos de agua y del carbono que funcionen correctamente, comunidades florecientes y una economía alimentaria justa, equitativa y próspera.
Hace ya varios años que la institución actúa como intermediario financiero y colabora con fundaciones, inversores, organizaciones sin ánimo de lucro, líderes comunitarios y administradores de tierras para impulsar la agricultura regenerativa y desarrollar soluciones al cambio climático y otros retos globales. ¡Haz clic aquí para conocer a fondo su labor!