De la granja a la mesa. Así es el programa europeo que apuesta por la agricultura sostenible

En diciembre de 2019, la Unión Europea puso en marcha el Pacto Verde Europeo. Se proponía como objetivo alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050 al tiempo que trabajaba por una sociedad más próspera y equitativa y por una economía más moderna y competitiva. Y del corazón del Pacto nació, en el apogeo de la pandemia, el programa De la granja a la mesa. Porque no se puede lograr un planeta más sostenible ni mitigar los efectos del cambio climático sin abordar la forma en la que cultivamos nuestros alimentos.
Durante la historia del viejo continente fueron tantos los períodos en los que el hambre asoló grandes regiones, que durante las últimas décadas nadie pareció preocuparse de cómo estábamos consiguiendo, ahora sí, alimentos abundantes y asequibles para toda la población. Parecía que lo único importante era su disponibilidad. Hasta que la sobreexplotación de los recursos y la contaminación ambiental provocados por la agricultura intensiva han sido problemas demasiado urgentes como para aplazar su abordaje. Sí, el planeta está exigiendo que cambiemos de paradigma. Y el cambio climático nos indica que ha de ser con extrema rapidez.
Esto no significa que debamos regresar a los tiempos de la agricultura de subsistencia, ni renunciar a la seguridad de tener llenas las estanterías de nuestros mercados.
Objetivo: sostenibilidad y protección para el planeta y los seres humanos
El programa de la UE apuesta por eliminar algunas de las prácticas que nos han asegurado la abundancia de comida desde la segunda mitad del siglo XX, especialmente el uso excesivo de plaguicidas, fertilizantes y antimicrobianos, por el daño que causan a largo plazo en todo el sistema agrícola y ganadero. Pero alienta su sustitución por prácticas que nos permitan mantener los rendimientos protegiendo nuestro futuro y el del planeta. De hecho, los objetivos marcados con la vista puesta en 2030 son estos:
- Asegurar suficientes alimentos, logrando que sean asequibles y nutritivos sin superar los límites del planeta
- Reducir en un 50% el uso de plaguicidas y al menos en un 20% los fertilizantes. También se quiere reducir en un 50% la venta de antimicrobianos para animales de granja y acuicultura
- Aumentar la cantidad de tierra dedicada a la agricultura ecológica en un 25%
- Promover un consumo de alimentos y unas dietas saludables y más sostenibles
- Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos
- Luchar contra el fraude alimentario en la cadena de suministro
- Mejorar el bienestar de los animales.
Una propuesta ambiciosa e integral
La estrategia, muy ambiciosa, aborda de frente los factores clave de la pérdida de biodiversidad: el uso insostenible del suelo y el mar, la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación y las especies exóticas invasoras.
De hecho, propone definir objetivos vinculantes para regenerar los ríos y los ecosistemas degradados, mejorar la salud de las especies y los hábitats protegidos de la UE, devolver los polinizadores a las tierras agrícolas, reducir la contaminación y hacer más ecológicas las ciudades, aumentar la agricultura ecológica y otras prácticas agrícolas respetuosas con la biodiversidad y mejorar la salud de los bosques europeos.
La UE la se ha planteado un trabajo integral en el que se contemplan todas las etapas de la producción de alimentos. Y es que en De la granja a la mesa hay otros muchos elementos en los que se está trabajando. Estas son algunas de sus propuestas:
- Etiquetado nutricional obligatorio en la parte frontal del envase
- Exigencia de la indicación del origen de ciertos productos
- Perfiles de nutrientes para alimentos con alto contenido de sal, azúcar o grasa
- Iniciativas para mejorar los alimentos procesados, estableciendo, por ejemplo, niveles máximos para ciertos nutrientes
- Revisión de la legislación de la UE para garantizar la salud de los consumidores y reducir la huella ambiental
- Propuesta de un marco de etiquetado de alimentos sostenibles
Mucho más que un programa agrícola
De la Granja a la Mesa se convierte, de este modo, en mucho más que un plan agrícola porque pone a las personas productoras en el centro de su enfoque situando a su lado a quienes consumen, una ciudadanía que demanda alimentos más nutritivos, más saludables y producidos de manera respetuosa con el planeta.
Al mismo tiempo se presenta también como una estrategia de crecimiento, puesto que brinda oportunidades de negocio e inversión, como ha quedado patente en diferentes reuniones, y es también una estrategia de salud que busca revertir las cifras de obesidad cambiando las pautas de consumo, así como de prevención contra nuevas crisis -porque un sistema alimentario sostenible nos dotará de la resiliencia necesaria.
En definitiva, la estrategia se está convirtiendo en un elemento central del plan de recuperación de la UE y puede tener una importancia crucial para cambiar nuestro sistema alimentario y mejorar nuestras vidas.